Nuestro paisaje ha sido esculpido por nuestra gente durante siglos. Los mismos olivos nos dan sus frutos desde hace décadas. Nuestros olivares no son de regadío, y apenas usamos pesticidas o fertilizantes en nuestros campos. El transporte de las aceitunas a la almazara produce una huella de carbono muy baja.
Apenas generamos residuos. Los restos de la aceituna que sobran una vez producido nuestro aceite se venden a otras empresas que se dedican a producir otros aceites de menor calidad, como el orujo de aceite, que luego se embotellas con la etique sencilla de "aceite de oliva" - otra razón para fijarse en la etiqueta y sólo comprar aquellos que indican claramente "Extra Virgen")
Los restos del hueso de la aceituna sirven cada vez más como combustible de chimeneas domésticas, así que casi nada queda sin reciclar después de la producción.
Trabajamos para conseguir llegar a cero emisiones de carbono. Creemos que todos deberíamos ser responsables de nuestro impacto ambiental, de modo que hasta que alcancemos nuestra meta de cero emisiones, invertimos para revertir la huella de carbono en proyectos como los olivares de La Mancha en España o una granja al aire libre en Virginia para ayudar a la neutralización de la huella
Lejos de técnicas industriales, nosotros los manchegos estamos orgullosos de producir nuestros alimentos exactamente igual que hicieron nuestros padres. Porque creemos en la Naturaleza, y la Naturaleza es sabia. Sólo hay que respetarla y siempre será generosa, con cosechas abundantes para llenar nuestra mesa con productos saludables